miércoles, 11 de julio de 2012

A una gran diva

En otoño tuve el placer de conocer a una familia peluda de la que cuidaría cuando su familia humana no estuviese en casa.
Son dos perros: Tupi y Yara y una gata: Briciola.
¡Unos grandes personajes todos!
Briciola ni se inmutó el primer día que nos conocimos, me acuerdo que ella estaba sentada en su manta del sofá y yo me senté a su lado, era una enana peluda con una cara muy graciosa.
Briciola me recordaba mucho a Phoebe, porque aparte de tener los ojos enormes y preciosos tenía un carácter muy marcado.
Como siempre decíamos, "Briciola es una diva!"

Y nuestra diva nos ha dejado, se nos ha ido... No éramos conscientes de que su enfermedad avanzaba cada día, ella nunca dejaría que los demás la vieran mal! Eso no es digno de una diva, por favor!
Pero Brichita (que así me dio por llamarla) estaba muy cansada, en los últimos días ya era evidente que su enfermedad estaba pudiendo con ella y ayer se durmió en manos de su madre.

No quería escribir sobre ella, o por lo menos no ahora. Pero hoy se me ha roto el corazón al llegar a su casa y no encontrarla.
Ya no estaba pidiendo sus vitaminas, ni subida en el grifo de cualquier sitio pidiendo agua. Y entonces he sido consciente de que ya se nos ha ido.
Y ahora mismo me vienen tantos momentos a la cabeza que se acumulan y no puedo explicar nada. Pero sus juegos, sus manotazos a Yara para que la dejara en paz, sus carreras y derrapes... Eran dignos de ver.
Pero no podemos ponernos tristes, ¡¡a ella le daría mucha rabia!! Brichita sería de las que dirían "cuando me muera, ¡¡emborracharos y haced una fiesta!!"

Gracias por tus ronroneos de ayer cuando llegamos, sabemos que los dos te costaron mucho, pero nos sacaron una sonrisa.
Gracias por hacernos reir en esos momentos de juego en los que no se sabía si te ibas a comer una pared o ibas a engancharte en el techo.

Gracias por estos meses de tu compañía. Ha sido un gran placer conocerte, preciosa.


2 comentarios:

  1. Tuve la fortuna de poder despedirme de Briciola y de acompañarla en ese último momento en que se traspasa el umbral que separa la vida de la eternidad. Pude contemplar por última vez sus enormes ojos y su cara de señora seria. Ella era, si se me permite la comparación, la Bette Davis de las gatas y, en su despedida, su carácter y su fuerte personalidad han aparecido para recordarnos que ella no se marchaba (porque ella nunca se iba de ningún sitio); a ella la echaban. Un maldito cáncer la echaba de esta vida, a la que se aferró con uñas y dientes, sin una muestra de debilidad o flaqueza.
    Briciola era todo un carácter, cosa que sus hermanos perros sabían bien. Sin embargo, también sabía jugar con sus armas de”gata fatal”. Cuando me pedía agua del grifo (cosa que a sus papas humanos no les hacía mucha gracia, espero que me perdonen) y me miraba con aquella mirada arrebatadora, yo no sabíar esistirme y sucumbía a su poder de convicción.
    Briciola ya pasea por el Arco Iris, altiva y hermosa; pero no lo hace sola. ¿No veis detrás, a una distancia prudencial, como en señal de respeto, a Rubita, Furby, Piponcita…, a todos los gatos de nuestra familia que ya se fueron?.
    Briciola ahora es su ángel protector, porque con ella se ha llevado, un trozo enorme del corazón de su madre humana, a la que ellos tanto le deben.
    Gracias Briciola; gracias Patricia.
    Todos los gatos del mundo maúllan por vosotras.

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  2. Gracias por tus palabras. Como tú, estoy segura que se encontró con los chispis que ya si fueron y ahora Briciola estará a poner orden en otro sitio con su carácter y altivez.
    Hoy estoy en el primero piso en que vivimos juntas y en cada canto, en cada mueble, encuentro una história y un recuerdo. El sofá rascado por sus uñas, el mueble del lavabo rascado por sus uñas aún más profundamente, la butaca donde le encantaba tumbarse y mirarme con los hojos más preciosos.
    Estará para siempre en mi corazón y la tendré siempre como un ejemplo de coraje y dignidad.

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