Quienes andamos por este mundo animalero sabemos que es tan
bonito como triste en algunos momentos.
Que los buenos superan a los malos, pero somos conscientes
de que viviremos momentos durillos, de tragar y tener que seguir…
Hace justo 1 año escribía una entrada en Facebook:
Hablaba de Pancheta, de una gata que llegó y se quedó, porque sí. Se
instaló en el porche de casa y decidió vivir con nosotros. También decidió ser
la jefa y nosotros la aceptamos como tal.
A los mayores hay que decirles que sí a todo, así que... :-D
Hace unas semanas Pancheta no quiso comer por la mañana,
por la tarde le íbamos a dar su medicación para que el dolor de boca no fuese a
más, pero desapareció. Y a día de hoy no hemos sabido más de ella, ni siquiera sus maullidos lastimeros para que la cogiésemos de algún sitio cuando se encontraba floja.
Y no saber de ellos, buf... eso te quema
por dentro.
A pesar de que las esperanzas de que vuelva se pierden con
los días no quiero hacer de esto una despedida. No es justo para ella acabar
con su vida así. Tiene que volver, curarse y recibir como ella bien sabe a
todos los Chispillos que vayan llegando.
Espero que mientras todos leéis esto a ella le llegue toda
la fuerza del mundo y me la encuentre en la puerta esperando un abrazo y unos
buenos besos.
Sólo quiero verla de nuevo en casa. Que su barriga vuelva a saludar
todas las mañanas al sol y por las tardes se asome por la ventana de casa
pidiendo latita.